Articulo en Octubre12, 2008
Revista MIA, Bs As Argentina
La Liberación de la Memoria Celular o CMR (por su sigla en inglés) es una nueva técnica creada por un argentino. Enseña a atravesar el dolor y seguir adelante sin dejar residuos. Su primer libro se agotó en 3 semanas.
No sólo almacenamos recuerdos en nuestro cerebro sino también en toda la red psicosomática que se extiende por todo el cuerpo, a lo largo de las conexiones entre los organos y hasta la superficie de nuestra piel.” Esta frase pertenece a Candace Pert, la científica que descubrió que nuestras células nerviosas tienen receptores, como pequeñas puertas en las membranas, que aceptan sustancias como la morfina, por ejemplo, solo porque el organismo produce naturalmente una sustancia similar a ella ( las endorfinas). O sea que el hombre ya tiene sus sustancias adictivas naturales, dentro de sí. La mayoría de ellas se producen ligadas a las emociones.
Nuestras emociones ( miedo, amor, angustia, alegría) generan torrentes de neurohormonas que viajan por el cuerpo, buscando células con puertas que las dejen pasar. Cuanto más sentimos una emoción , más puertas se crean, y más adictos nos hacemos a ese sentimiento.
Al dolor también podemos hacemos adictos, porque quizás en algún momento de nuestra infancia, aprendimos que el dolor podía resultar en que nos cuidaran más, nos aprobaran,o se quedaran cerca. El problema es que esa adicción nos destruye toda posibilidad de ser felices.
Células que guardan todo
Luis Díaz es argentino y hace más de diez años trabaja en Estados Unidos con una técnica novedosa, que integra elementos de la medicina oriental, la programación neurolingüística, la fìsica cuántica y las últimas investigaciones sobre neurofisiología humana. Su campo de trabajo es el más desafiante, quizás: la memoria celular.
El conjunto completo de archivos alojado en la biocomputadora humana, las experiencias del alma, de nuestros antepasados, de la cultura en la que fuimos educados. Esta memoria es tanto de la mente como del cuerpo, y en ella están todos los patrones conscientes e inconscientes de las conductas improductivas que no nos permiten sentirnos plenos y en paz con nosotros mismos.
Nuestra memoria es única porque está hecha de vivencias personales. Determina cómo reaccionamos al estrés, cómo enfrentamos la vida, cómo amamos, nos vinculamos, cómo nos enfermamos.Somos seres electromagnéticos que generan o atraen sus propias felicidades o desgracias en función de las frecuencias con las que resuenan internamente.
Somos un conglomerado energético que resuena y vibra como si fuéramos notas musicales. La clave es poder liberar la información perjudicial guardada para que se reemplace por información beneficiosa, que no nos de sufrimiento.
Patrones de sufrimiento
Las células están diseñadas para dos procesos fundamentales: crecer o contraerse. Un proceso excluye al otro. Si estamos protegiéndonos, no crecemos. Si estamos contrayéndonos, no nos expandimos. Ahora, solo crecer produce bienestar. Las contracciones generan algo que Luis Díaz llama el cuerpo del dolor, toda la gama del sufrimiento humano.
La repetición de modelos inconscientes alimenta este cuerpo del dolor y lo hace crecer, nos hace adictos al dolor. Cuando algo insignificante detona una reacción enorme, cuando tenemos sensación fìsica desagradable ligada a una emoción, lo estamos viendo en acción.
El drama es una de las situaciones preferidas de quienes se han hecho adictos al dolor. Buscar excusas para pelear, para sufrir es algo que tarde o temprano nos pone de frente al hecho de que estamos haciendo lo posible por ser infelices.
Cómo salir adelante
La cuestión es que cuando nuestras células están en contracción, la resonancia energética que emitimos es esa, no estamos abiertos, felices, confiados, sino que estamos deprimidos, en guardia, a la defensiva, con miedo.
Solamente podemos sanarnos si buscamos esas llaves adictivas y las rompemos. A este proceso, que se hace en sesiones mediante facilitadores que son expertos en la técnica, se le llama Liberación de la Memoria Celular o CMR. Luis Díaz, que vive
en Estados Unidos, ha comenzado a formar facilitadores en Argentina y periódicamente viaja a Buenos Aires. Existen numerosos testimonios de personas que arrastraron problemas de salud fìsicos y emocionales durante años y mejoraron luego de una sola sesión.